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El Mapa de la Recesión
11/14/2008
CONTINÚA LA INCERTIDUMBRE EN LOS MERCADOS
El entorno económico sigue marcado por la incertidumbre y en un grado no necesariamente menor a la que existía hace seis meses.
Las sucesivas intervenciones del Tesoro y de la Reserva Federal de Estados Unidos para frenar la crisis del sistema financiero no han calado aun de manera suficiente. No han tenido un efecto decisivo para restaurar las condiciones que sostienen el complejo entramado de las transacciones en esa economía. No se reestablecen las corrientes del crédito, no se afirma la solvencia de los bancos y del resto de las instituciones financieras y la situación empeora en el sector productivo y para los hogares.
La nueva versión de la acción pública frente a la crisis
Se revisan las estrategias
El secretario del Tesoro Paulson expuso (14/11/2008) su posición con respecto al Paquete de Rescate Financiero. Se revisa el Programa de Ayuda para los Activos en Problemas (TARP por sus siglas en inglés) que aprobó el Congreso el pasado 2 de octubre por un monto de 700 mil millones de dólares.
Los llamados “activos tóxicos” del sistema financiero son resistentes a la cura planeada, en lo que hace a la efectividad en la asignación de los recursos y al costo fiscal. Paulson señaló que el sistema financiero sigue en un estado de gran fragilidad, sobre todo en un entorno de contracción económica interna que se extiende en el exterior. Los balances de las instituciones financieras aun tienen una cantidad significativa de activos no líquidos. La turbulencia no se superará hasta que la mayor parte de la corrección en el mercado de bienes raíces haya ocurrido.
Tal parece que el congelamiento de los mercados de crédito de mediados de septiembre puso en evidencia que las condiciones son más graves de lo que se suponía y que el contagio se extiende rápidamente por todas partes.
Los balances bancarios y la falta de liquidez
Ahora se estima que lo más efectivo es mejorar las condiciones del mercado de crédito mediante el reforzamiento de los balances de los bancos. Paulson apuntó que a mediados de octubre se anunció la compra de hasta 250 mil millones de dólares de acciones preferentes de bancos comerciales y de ahorro regulados por instancias federales.
Para fines de ese mes se habían destinado 115 mil millones de dólares a 8 instituciones grandes (que representan casi la mitad de los activos bancarios) y se aprobaron docenas de aplicaciones adicionales.
La FDIC (el seguro de depósitos) garantizará todas las nuevas deudas de las organizaciones participantes hasta por tres años y, además, proveerá una garantía ilimitada para las cuentas que no devengan intereses hasta el fin de este año.
Así, se continúa la intervención que se hizo en Fannie Mae y Freddie Mac y con el esquema de ayuda implementada por la Reserva Federal en el caso de AIG.
Paulson advirtió que como contraparte de a lo que llamó “acciones extraordinarias tomadas por el gobierno para estabilizar y fortalecer al sistema bancario” todos tienen una responsabilidad en las áreas de préstamo, políticas de dividendos y compensaciones y para aliviar las ejecuciones de las hipotecas.
El riesgo sistémico persiste
El secretario fue muy explícito: se trata de prevenir las quiebras sistémicas; lo que pone en claro la situación que aun prevalece.
Los riesgos, según el diagnóstico más reciente del Tesoro son:
•La fragilidad e inestabilidad del sistema financiero
•La necesidad de apoyar los mercados de derivados que operan fuera del sistema bancario. Alrededor de 40% del crédito al consumo se provee mediante la securitización de la cobranza de las tarjetas de crédito, préstamos para compra de autos, préstamos para estudiantes y otros productos similares. Este mercado se ha detenido prácticamente por completo.
•La continuación de las ejecuciones hipotecarias y la caída de los precios de los bienes raíces.
Ya no se comprarán los activos no líquidos asociados con las hipotecas con los fondos del TARP, pero se reconoce la necesidad imperiosa de aliviar las presiones sobre los activos no líquidos del sistema. Para ello se plantean un par de cursos de acción. Primero, afianzar el capital de las instituciones financieras, mediante el apalancamiento sobre la base de los recursos TARP que atraigan inversiones privadas de capital, incluso con fondos públicos equivalentes. Segundo, abrir el acceso al crédito para el consumo por fuera del sistema bancario. La falta de liquidez del mercado de derivados ha elevado los costos de fondeo y hay menor disponibilidad de créditos a tasas más altas.
¿Qué pasa?
No hay una respuesta clara a esta pregunta. Los análisis y las opiniones que se vierten a diario son disímiles. Pero los indicadores económicos y financieros siguen siendo negativos, ese es el hecho predominante. Hasta puede pensarse que aun no hay un diagnóstico completo y efectivo de la situación que permita dimensionar correctamente el grado de deterioro que hay en la economía. No obstante la zona es ya definitivamente recesiva (no hablamos aun de una depresión del tipo 1930). No es posible prever la dimensión de la crisis, sobre todo por las repercusiones cada vez más ostensibles en el sector productivo y en el empleo. Las autoridades no tienen aun el control y se mantiene la desconfianza y la incertidumbre.
Entra el G-20
El 15 de noviembre se reunieron en Washington y bajo los auspicios del Grupo de los 20, un grupo de jefes de Estado y las cabezas de diversos organismos internacionales. La asamblea revisó las condiciones de la crisis financiera y las acciones para enfrentarla.
El momento político no es el más propicio para llegar a acuerdos funcionales. George Bush ya no tiene espacios efectivos de maniobra y Barak Obama no tomará posesión hasta enero de 2009.
En cuanto a las causas de la crisis se pronunciaron por establecer condiciones de regulación más estricta sobre los mercados financieros, en especial de los fondos de cobertura y de la transparencia de los títulos derivados.
En lo que concierne a la gestión de la crisis propusieron emprender acciones conjuntas de política monetaria y fiscal para evitar una recesión profunda y de larga duración. Los acuerdos llevarán un tiempo más bien largo para instrumentarse y habrá que observar la verdadera disposición política una vez que cada uno vuelva a casa. El asunto es el tránsito entre lo convenido alrededor de la mesa y las condiciones políticas internas en cada país, así como la eficacia de las públicas. No es claro qué tanta soberanía estarán finalmente dispuestos a ceder a cambio de arreglos de índole global.
Bush afirmó aun antes de la reunión que los cambios en la regulación deben ser modestos para no interferir en demasía en los mercados. La paradoja radica en el hecho que hoy el gobierno de Estados Unidos tiene intervenida y nacionalizada una parte grande del sistema financiero. Esto se puede extender al áreas productiva, según se ve en el caso de General Motors.
Se planteó en la reunión que se trata de que una crisis como esta no ocurra de nuevo. Pero al parecer se sigue pensando como Alan Greenspan y que sólo se ha subestimado la inestabilidad de los mercados no regulados.
El capitalismo es inestable por naturaleza y lo es aun más en un entorno de mercados financieros muy desarrollados, globalizados y sin regulación suficiente. Hyman Minsky lo planteó de manera clara en su libro ¿Puede pasar otra vez? (1982). La respuesta sí, por supuesto. El juego seguirá siendo entre el funcionamiento de los mercados y las acciones de regulación y normatividad de las políticas públicas. Ese juego es, en sí mismo, inestable también.
León Bendesky
Socio
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